miércoles, 14 de noviembre de 2012

Lectura vs. video-juegos





Lectura vs Video-juegos. 
Cuando nos encontramos ante el reto de fomentar el hábito la lectura en nuestros hijos y viendo la dificultad que ello conlleva, no es difícil mirar los video-juegos como uno de los mayores enemigos a batir.
A pesar de que esto parece una verdad “innegable”, creo que merece ser matizada.
Es verdad que hay muchos estudios que demuestran lo perjudicial que son los video-juegos para nuestros hijos, pero también es verdad que existen otros muchos que demuestran lo contrario.
A poco que nos pongamos, no es difícil leer cosas como estas:
 “La violencia está presente en casi todos los juegos. El 60 por ciento de los niños de más de ocho años califica a los juegos para mayores de diecisiete como sus favoritos, dice Becca Arnold de Child-Responsible Media Campaign”  Andrew Aldrich en ACTION ALLIANCE FOR CHILDREN enero-febrero 2006
 “En la  vida jugador todo gira en torno al videojuego. . . y se antepone el uso del videojuego a otras actividades como el deporte, la lectura o el contacto con los amigos” Historia y Sistemas en Psicología 2011.jocelyn l. tapia, f. morales j. romero
“Un estudio reciente realizado por la National Coalition on Televisión Violence demostró efectos perjudiciales –de la tv y los videojuegos- en niños y adolescentes normales” página web educación infanil.com
“El uso de los videojuegos puede contribuir a incrementar el sobrepeso en los niños según el Instituto Nacional de Medios y Familia (NIFM, según sus siglas en inglés).”
Tampoco es difícil encontrar voces con tesis distintas.
Dafne Babelier de la Universidad de Rochester afirma que, según los estudios realizados, los usuarios de video-juegos adquieren habilidades en toma de decisiones correctas y más rápidamente, y otras habilidades generales que pueden ayudar con las actividades diarias, como la multitarea, leer letras pequeñas y conducir, entre otras.
El Manual Didáctico para la Escuela de Padres promovido por la Generalitat Valenciana, no duda en enumerar hasta siete beneficios (entre otros) reportados por el uso de los video-juegos:
- Favorecen la organización mental espacio-temporal.
- Favorecen la coordinación óculo-motora.
- Desarrollan destrezas básicas como la rapidez de reflejos y la memoria.
- Desarrollan la puesta en práctica de estrategias.
- Desarrollan el instinto de superación.
- Algunos permiten mejorar y acrecentar la rapidez de razonamiento.
- Estimulan la concentración, por lo que pueden ser muy adecuados para niños hiperactivos o con déficit de atención.

Steve Jhonson, autor del libro “Everything bad, is good for you” en su video clip http://www.youtube.com/watch?v=zPieF1GnnDc ,  nos propone un ejercicio de imaginación:


Pensemos que los video-juegos fueron inventados en la época en la que se inventó la imprenta y que después de quinientos años de jugar con ellos, se inventa el libro: Todos los niños se ponen a leer como locos,  todos los padres se preocupan mucho por ello, seguramente surgirían voces alertándonos de los peligros de este nuevo invento y dirían algo así:
“Leer libros crónicamente sub-estimula los sentidos, no son como los viejos y tradicionales video juegos que introducen al niño en un mundo tridimensional, llenos de imágenes y entornos musicales. Los libros también aíslan trágicamente a las personas, mientras que los videojuegos han involucrado a los jóvenes en relaciones complejas con sus semejantes, construyendo y explorando mundos juntos. La lectura limita la interacción entre los niños, no es un proceso activo y participativo, es una actividad sumisa. La lectura masiva de libros producirá generaciones de jóvenes que han aprendido a seguir un guion, en lugar de aprender a liderar”.
Esto, que no es más que un juego, puede ayudar a tomar cierta perspectiva para afrontar el problema.
Leyendo los argumentos de los “detractores” aparecen, casi siempre, expresiones del tipo: “ … el uso excesivo de …” , “…los niños que pasan mucho tiempo con …”, “ … los jugadores crónicos …” y otras parecidas delante de cosas muy malas para nuestros hijos.  
Todo esto no hace más que recordarme al asunto del vino: ¡No hay nada peor que el alcoholismo!, sin embargo todo el mundo te recomienda una copita de vez en cuando, sobre todo, si es bueno.
Creo que esto puede empezar darnos alguna clave.
Libros y video-juegos no son contrapuestos ni excluyentes. Seguramente deberían ser complementarios. Al igual que ocurre con la alimentación, parece que la virtud está en la variedad, en comer de todo moderadamente. Es preciso hacer un uso racional de cada cosa sin excluir nada.
El problema real surge cuando una actividad se come a la otra, y normalmente la lectura se lleva todas las de perder.
Es por esto (y solo por esto) que hay que actuar. Es por esto (y solo por esto) que hay que ejercer una discriminación positiva en favor de la lectura.
En este momento cualquier padre o madre podría levantar la mano y decir: Si, si, todo eso de actuar está muy bien, pero . . . ¿Cómo?
Empecemos por decir que no es fácil, pero vamos a marcar algunas pautas que nos pueden ayudar:
-Reconocer y evaluar el problema.
Conviene antes de nada observar a nuestros hijos  y obtener los datos que nos den una idea de la magnitud del problema: cómo reparte su tiempo en casa, si le cuesta relacionarse con otros niños, si le cuesta prestar atención a las observaciones que les hacemos, etc. Si todo esto pintara muy feo, no sería mala idea acudir a una ayuda profesional.
-Establecer normas y límites.
 Es fundamental establecer normas muy claras que frenen el uso indiscriminado de los video-juegos:, “no más tiempo de …”, “siempre que no interfiera con …”,“nunca antes de  ...”  etc. Debemos asegurarnos  de que el niño entiende y acepta estas normas y que no cumplirlas tiene consecuencias.
-Seleccionar el tipo de juego.
Los padres deben conocer a qué juegos está jugando o desea jugar su hijo e intervenir en el momento de la elección los mismos. Los juegos traen ya mucha información oficial referente a edades aconsejadas, temática y otros contenidos  que útiles para facilitar la elección
-Premiar y promocionar la actividad lectora.
No hay que dejar escapar la ocasión de demostrar nuestra aprobación cada vez que nuestros hijos cambien la consola por el libro ni de premiar cuando veamos que hacen un esfuerzo por leer más. No subestimemos el refuerzo positivo.
Hacer lecturas conjuntas, frecuentar tiendas de libros y bibliotecas y otras muchas ideas ya mencionadas en a lo largo de esta exposición.
-Y sobre todo, lo más importante: DAR EJEMPLO.
Un niño que observa desde muy pequeño que la lectura es una actividad habitual, placentera, útil e incluso lúdica, en su entorno y de forma continuada, es mucho más propenso a entenderla como tal.


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